La mala adaptación escolar que a veces sufren hace que se estén perdiendo las mentes más brillantes del futuro
Quizá
existan muchos padres que consideren que tienen hijos con altas
capacidades. Pero lo cierto es que, de forma objetiva, no es fácil
averiguarlo. Mireia Long, co-directora de la Pedagogía Blanca(tienen
cursos on line destinados a padres con hijos así), afirma que «los
niños de altas capacidades son aquellos que presentan capacidades
cognitivas por encima de lo habitual en su franja de edad y, añade, no
es fácil identificarlos».
Existe una gran confusión sobre los términos y porcentajes. Clásicamente se calculaba que entre el 3% y el 5% de la población podía
encuadrarse en la superdotación, pero, sostiene la experta «hay muchas
áreas a tener en cuenta: precocidad, talento específico para algún área y
capacidad por encima de la media en creatividad y aprendizaje, por lo
que deberíamos más bien referirnos a que entre un 10 y un 20% de los
alumnos presentará altas capacidades en algún momento de su infancia o a
lo largo de ésta, en un campo concreto».
Las altas capacidades no
son únicamente tener un alto cociente intelectual mensurable con
pruebas específicas, sino que incluyen el talento, la dotación natural y
la precocidad.
Mireia Long
está convencida de que «la detección se basa, usualmente, en un
criterio puramente numérico, el cociente obtenido en pruebas
específicas, que no contemplan otras áreas de capacitación y que están muy influenciadas por aspectos culturales y
motivación». Además, agrega, «los criterios no son comunes en todas las
comunidades y el corte se realiza numéricamente, por lo que puede
descartarse a un niño como potencialmente de altas capacidades por leves
diferencias en los puntajes».
Resulta necesario destacar que los profesores y orientadores escolares
son los encargados de las valoraciones, descartándose las realizadas
por expertos externos al sistema educativo, que quizá, en ocasiones,
tienen mucha más experiencia en la detección. Las altas capacidades no
son una característica física, aunque haya un componente heredado, el
ambiente familiar, social y escolar influye muchísimo en que un niño
pueda desarrollar ese potencial o no hacerlo.
Errores habituales a la hora de no detectarlos
Mireia Long recuerda que «existe un error habitual que es identificar altas capacidades con resultados académicos.
Más bien sucede al contrario y los niños con altas capacidades no
tienen mejores resultados en fracaso escolar o resultados inadecuados,
pues se aburren enormemente con la metodología obsoleta y repetitiva de
gran parte del sistema educativo. Un niño de altas capacidades puede que
saque malas notas, se desmotive o se distraiga y que,
por lo tanto, se distraiga y no halle interés en el aprendizaje, hasta
llegar a rechazarlo si no se le proponen actividades que se adecúen
realmente a sus capacidades e intereses».
¿Qué hacer con un niño que presenta altas capacidades? La co directora de la Pedagogía Blanca lo
tiene claro: «cuando un niño es detectado y valorado positivamente
(muchas veces después de un calvario familiar) las propuestas suelen ser
poco adecuadas. Ampliar sus tareas, incorporar temas con la misma
metodología o pasarlo de curso no es realmente lo que están pidiendo,
sino que sería una atención personalizada que les permitiera desarrollar al máximo sus talentos y profundizar en sus campos de interés y pasión. No dar más, sino dar de otro modo que sea más».
Además, Long recuerda que: «debemos pensar que, si como se calcula, entre el 65% y el 80% de los superdotados fracasan en la escuela
o no se integran bien en el sistema, la sociedad está perdiendo un
recurso extraordinario, las mentes más brillantes para el futuro, además
de cargar esas infancias con infelicidad y sentimientos de
inadecuación. Si los niños de altas capacidades no se integran bien en
el sistema educativo no hay que moldear a los niños hasta que encajen,
sino cambiar el sistema para que les permita brillar».
Niños superdotados integrados en la escuela con los demás ¿si o no?
Es
un tema muy discutido. ¿Integrarlos sí o no? Para la experta, «no hay
una fórmula única. Hay centros específicos para estos alumnos excelentes
pero la mayoría de los pensados para la excelencia educativa reproducen
el criterio de los resultados académicos con mayor presión y poca
personalización. El niño de altas capacidades se integra perfectamente en la escuela, con niños de su curso y, en algunos casos, con niños más mayores, pero solo si se le ofrecen medidas de enriquecimiento curricular
correctas, no más materia.
También suelen funcionar maravillosamente
cuando se les ofrece educación en casa, es decir, hacen "homeschooling",
pues se les puede dedicar más tiempo personalizado y seguir sus
intereses, hasta el punto de permitirles (en España no, pero si en otros
países) acceder a la Universidad mucho antes».
Por otra parte, añade, «las escuelas deben cambiar su método, incorporar la creatividad,
el fomento de los talentos, las inteligencias múltiples y la
personalización. Esa es la línea de trabajo de los profesionales
formados con la Pedagogía Blanca y creemos que esto es un derecho de todos los niños en todas las escuelas, independientemente de su coeficiente intelectual.
En principio mi respuesta es que sí deben integrarse en la escuela
normal, sin descartar otras posibilidades, pero ellos van a aprender de
todos los niños y a enriquecer la vida escolar. Además, la escuela debe ser inclusiva y abrazar la diversidad».
Rechazo social
Una circunstancia que va ligada a los niños de altas capacidades es que suelen sentir rechazo social por el mero hecho de ser diferentes y no del todo comprendidos. Para Mireia Long este
es un problema delicado: «el que una persona sea especialmente
inteligente, profunda, rápida, que tenga grandes conocimientos o sea
brillante parece ofensivo, cuando en cambio se valoran otras habilidades
como el un gran deportista o una persona socialmente muy activa. Con
los niños sucede más, y los padres, y los mismos niños, se ven agredidos emocional y verbalmente con
comentarios o actitudes despectivas. Eso de “¿es que te crees que tu
hijo es mejor por ser más inteligente” o “tan listo no será si saca
malas notas” que vienen del entorno social, familiar y a veces, de
algunos maestros. No valoramos lo suficiente la capacidad intelectual y la tratamos de minimizar, como si no fuera el mejor recurso que tenemos, las mentes brillantes».
Y,
concluye «otro problema es la etiqueta de déficit de atención. Nadie
puede interesarse por algo que le parece estúpido y aburrido. Y eso hace
que el niño no pueda concentrarse pues lo que se le propone carece de interés para él»
Consejos para los padres
«Mi
consejo es que, tengan o no suerte con el equipo escolar que atienda a
su hijo, no deleguen en ellos toda su educación, sino que se ocupen y
preocupen de ofrecer toda clase de experiencias y recursos a sus hijos,
para que puedan desarrollarse plenamente. Y por supuesto, que, si no
encuentran una buena acogida en la escuela o la atención en medidas de
atención es deficitaria, sigan luchando, pues en el fondo, los máximos
responsables de la educación de sus hijos y a quienes más les importa es
a ellos».
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