Entrevista
realizada por Victor-M. Amela a Ghislaine Lanctot, ex médica y autora
del libro “La mafia médica”, en el que cuestiona el sistema médico
actual.
El
libro “La Mafia Médica” le costó a la doctora Ghislaine Lanctôt su
expulsión del colegio de médicos en Canadá y la retirada de su licencia
para ejercer la medicina. Se trata probablemente de la denuncia publicada
más completa, integral, explícita y clara del papel que juega a nivel
mundial el complejo formado por el sistema sanitario y la industria
farmacéutica. Pasados ya 18 años, después de varias amenazas y de haber
estado en la cárcel, sigue activa y publicando en contra del negocio de la Medicina,
del sistema establecido y a favor de lo que ella llama muerte civil:
cuando dejamos de reconocer las autoridades externas para someternos a
la única autoridad que existe: la de uno mismo. Ahora vive sin cargos
públicos ni títulos académicos, sin propiedades, sin pagar impuestos,
sin carnets, sin documentación, sin tarjetas… libre.
.
. MEDICINA SIGNIFICA NEGOCIO
-¿Por qué esa decepción?
-¿Por qué esa decepción?
Porque
empecé a ver muchas cosas que me hicieron reflexionar. Por ejemplo, que
no todas las personas respondían a los maravillosos tratamientos de la
medicina oficial. Además, en aquella época entré en contacto con varios
´terapeutas suaves´ -es decir, practicantes de terapias no agresivas-
que no tuvieron reparo alguno en abrirme sus consultas y dejarme ver lo
que hacían. Y llegué pronto a la conclusión de que las medicinas no
agresivas son más eficaces, más baratas y, encima, tienen menores
efectos secundarios.
-Y supongo que empezó a preguntarse por qué en la Facultad nadie le había hablado de esas terapias alternativas no agresivas
Así
es. Luego mi mente fue más allá y empecé a cuestionarme cómo era
posible que se tratara de charlatanes a personas a las que yo misma
había visto curar y por qué se las perseguía como si fueran brujos o
delincuentes. Por otra parte, como médico había participado en muchos
congresos internacionales -en algunos como ponente- y me di cuenta de
que todas las presentaciones y ponencias que aparecen en tales eventos
están controladas y requieren obligatoriamente ser primero aceptadas por
el ´comité científico´ organizador del congreso. ¿Y quién designa a ese
comité científico? Pues generalmente quién financia el evento: la
industria farmacéutica. ¡Sí, hoy son las multinacionales las que deciden
hasta qué se enseña a los futuros médicos en las facultades y qué se
publica y expone en los congresos de medicina! El control es absoluto.
-Y eso fue clarificador para usted
Y
tanto. Darme cuenta del control y de la manipulación a la que están
sometidos los médicos -y los futuros médicos, es decir, los estudiantes-
me hizo entender claramente que la Medicina es, ante todo, un negocio.
La Medicina está hoy controlada por los seguros -públicos o privados, da
igual- porque en cuanto alguien tiene un seguro pierde el control sobre
el tipo de medicina al que accede. Ya no puede elegir. Es más, los
seguros determinan incluso el precio de cada tratamiento y las terapias
que se van a practicar. Y es que si miramos detrás de las compañías de
seguros o de la seguridad social… encontramos lo mismo.
-El poder económico
Exacto,
es el dinero quien controla totalmente la Medicina. Y lo único que de
verdad interesa a quienes manejan este negocio es ganar dinero. ¿Y cómo
ganar más? Pues haciendo que la gente esté enferma… porque las personas
sanas no generan ingresos. La estrategia consiste, en suma, en tener
enfermos crónicos que tengan que consumir todo tipo de productos
paliativos, es decir, para tratar sólo síntomas; medicamentos para
aliviar el dolor, bajar la fiebre, disminuir la inflamación… pero nunca
fármacos que puedan resolver una dolencia. Eso no es rentable, no
interesa. La medicina actual está concebida para que la gente permanezca
enferma el mayor tiempo posible y compre fármacos; si es posible, toda
la vida.
UN SISTEMA DE ENFERMEDAD
-Infiero que ésa es la razón de que en su libro se refiera al sistema sanitario como ´sistema de enfermedad´
Efectivamente.
El llamado sistema sanitario es en realidad un sistema de enfermedad.
Se practica una medicina de la enfermedad y no de la salud. Una medicina
que sólo reconoce la existencia del cuerpo físico y no tiene en cuenta
ni el espíritu, ni la mente, ni las emociones. Y que además trata sólo
el síntoma y no la causa del problema. Se trata de un sistema que
mantiene al paciente en la ignorancia y la dependencia, y al que se
estimula para que consuma fármacos de todo tipo.
-Se supone que el sistema sanitario está al servicio de las personas
Está
al servicio de quien le saca provecho: la industria farmacéutica. De
manera oficial -puramente ilusoria- el sistema está al servicio del
paciente pero, oficiosamente, en la realidad, el sistema está a las
órdenes de la industria que es la que mueve los hilos y mantiene el
sistema de enfermedad en su propio beneficio. Se trata, en suma, de una
auténtica mafia médica, de un sistema que crea enfermedades y mata por
dinero y por poder.
-¿Y qué papel juega el médico en esa mafia?
El
médico es -muchas veces de forma inconsciente, es verdad- la correa de
transmisión de la gran industria. Durante los 5 a 10 años que pasa en la
Facultad de Medicina el sistema se encarga de inculcarle unos
determinados conocimientos y de cerrarle los ojos a otras posibilidades.
Posteriormente, en los hospitales y congresos médicos, se les refuerza
en la idea de que la función del médico es curar y salvar vidas, de que
la enfermedad y la muerte son fracasos que debe evitar a toda costa y de
que la enseñanza recibida es la única válida. Además se les enseña que
el médico no debe implicarse emocionalmente y que es un ´dios´ de la
salud. De ahí que incluso exista caza de brujas entre los propios
profesionales de la medicina. La medicina oficial, la ´científica´, no
puede permitir que existan otras formas de curar que no sean serviles al
sistema.
TRADUCCIÓN: ESTÁN MATANDO A NUESTROS HIJOS.
Dr.
John Virapen (1943) ha trabajado más de 35 años en la industria
farmacéutica. En Suecia se desempeñó como gerente general de Eli Lilly
& Company y estuvo involucrado en el lanzamiento al mercado de
varios medicamentos, tales también los efectos secundarios masivos. John
Virapen ha escrito su primer libro sobre su actividad como gestor en la
industria farmacéutica en 2006 bajo el seudónimo de " Juan Rengen "el
libro" Las conversaciones Rubio - Una historia de un Pharma-Insider”. A
principios de 2008 su nuevo libro " Efectos secundarios: Muerte ". Fue
publicado y es actualmente un best-seller en Europa Nacido en la Guayana
Británica, el Dr. John Virapen pasó de ser un estafador de puerta en
puerta a una estrella del pop, a un farmacéutico representante del
director ejecutivo de una de las mayores compañías de drogas en el
mundo. Él admite a participar en sobornos, información falsa y engaño
para ayudar a lanzar y comercializar algunos de los más popularmente
prescritos (y más peligroso) las drogas. En un esfuerzo por exorcizar
sus demonios y exponer las tácticas y los peligros de la industria
farmacéutica, que escribió "Efectos secundarios: la muerte". Y "Cult
Medicina" John Virapen ahora se dedica a exponer y crear conciencia
sobre cómo la industria farmacéutica está operando con su propio interés
como objetivo primordial.
-El
sistema, en efecto, pretende hacer creer que la única medicina válida
es la llamada ´medicina científica´, la que usted aprendió y de la que
ha renegado. Precisamente en el mismo número en que va a aparecer su
entrevista publicamos un artículo al respecto
La
medicina científica está enormemente limitada porque se basa en la
física materialista de Newton: tal efecto obedece a tal causa. Y, por
ende, tal síntoma precede a tal enfermedad y requiere tal tratamiento.
Se trata de una medicina que además sólo reconoce lo que se ve, se toca o
se mide y niega toda conexión entre las emociones, el pensamiento, la
conciencia y el estado de salud del físico. Y cuando se la importuna con
algún problema de ese tipo le cuelga la etiqueta de ´enfermedad
psicosomática´ al paciente y le envía a casa tras recetarle pastillas
para los nervios.
.-Es decir, que a su juicio, la medicina convencional sólo se ocupa de hacer desaparecer los síntomas.
Salvo
en lo que a cirugía se refiere, los antibióticos y algunas pocas cosas
más, como los modernos medios de diagnóstico, sí. Da la impresión de
curar pero no cura. Simplemente elimina la manifestación del problema en
el cuerpo físico pero éste, tarde o temprano, resurge.
-A su juicio, pues, dan mejor resultado las llamadas medicinas suaves o no agresivas
Son
una mejor opción porque tratan al paciente de forma holística y le
ayudan a sanar… pero tampoco curan. Mire, cualquiera de las llamadas
medicinas alternativas constituyen una buena ayuda pero son sólo eso:
complementos. Porque el verdadero médico es uno mismo. Y cuando uno es
consciente de su soberanía sobre la salud deja de necesitar terapeutas.
El enfermo es el único que puede curarse. Nadie puede hacerlo en su
lugar. La autosanación es la única medicina que cura. La cuestión es que
el sistema trabaja para que olvidemos nuestra condición de seres
soberanos y nos convirtamos en seres sumisos y dependientes. En nuestras
manos está, pues, romper esa esclavitud.
-Y,
en su opinión, ¿por qué las autoridades políticas, médicas, mediáticas y
económicas lo permiten? ¿Por qué los gobiernos no acaban con este
sistema de enfermedad, costosísimo por otra parte?
A
ese respecto tengo tres hipótesis. La primera es que quizás no saben
que todo esto está pasando… pero es difícil de aceptar porque la
información está a su alcance desde hace muchos años y en los últimos
veinte años son ya varias las publicaciones que han denunciado la
corrupción del sistema y la conspiración existente. La segunda hipótesis
es que no pueden acabar con ello… pero también resulta difícil de creer
porque los gobiernos tienen el suficiente poder.
-Y la tercera, supongo, es que no quieren acabar con el sistema
Pues
lo cierto es que, eliminadas las otras dos hipótesis, ésa parece la más
plausible. Y si un Gobierno se niega a acabar con un sistema que
arruina y mata a sus ciudadanos es porque forma parte de él, porque
forma parte de la mafia.
LA MAFIA MÉDICA
-¿Quiénes integran, a su juicio, la ´mafia médica´?
A
diferentes escalas y con distintas implicaciones, por supuesto, la
industria farmacéutica, las autoridades políticas, los grandes
laboratorios, los hospitales, las compañías aseguradoras, las Agencias
del Medicamento, los colegios de médicos, los propios médicos, la
Organización Mundial de la Salud (OMS) -el Ministerio de Sanidad de la
ONU- y, por supuesto, el gobierno mundial en la sombra del dinero.
-Tenemos entendido que para usted la Organización Mundial de la Salud es ´la mafia de las mafias
Así
es. Esa organización está completamente controlada por el dinero. La
OMS es la organización que establece, en nombre de la salud, la
´política de enfermedad´ en todos los países. Todo el mundo tiene que
obedecer ciegamente las directrices de la OMS. No hay escapatoria. De
hecho, desde 1977, con la Declaración de Alma Ata, nadie puede escapar
de su control.
-¿En qué consiste esa declaración?
Se
trata de una declaración que da a la OMS los medios para establecer los
criterios y normas internacionales de práctica médica. Se desposeyó así
a los países de su soberanía en materia de salud para transferirla a un
gobierno mundial no elegido cuyo ´ministerio de salud´ es la OMS. Desde
entonces ´derecho a la salud´ significa ´derecho a la medicación´. Así
es como se han impuesto las vacunas y los medicamentos a toda la
población del globo.
-Una labor que no se cuestiona
Claro,
porque, ¿quién va a osar dudar de las buenas intenciones de la
Organización Mundial de la Salud? Sin embargo, hay que preguntarse quién
controla a su vez esa organización a través de la ONU: el poder
económico.
-¿Cree que ni siquiera las organizaciones humanitarias escapan a ese control?
Por
supuesto que no. Las organizaciones humanitarias también dependen de la
ONU, es decir, del dinero de las subvenciones. Y, por tanto, sus
actividades están igualmente controladas. Organizaciones como Médicos
Sin Fronteras creen que sirven altruistamente a la gente pero en
realidad sirven al dinero.
–Una mafia sumamente poderosa
Omnipotente,
diría yo. Ha eliminado toda competencia. Hoy día a los investigadores
se les ´orienta´. Los disidentes son encarcelados, maniatados y
reducidos al silencio. A los terapeutas ´alternativos´ se les tilda de
locos, se les retira la licencia o se les encarcela también. Los
productos alternativos rentables han caído igualmente en manos de las
multinacionales gracias a las normativas de la OMS y a las patentes de
la Organización Mundial del Comercio. Las autoridades y sus medios de
comunicación social se ocupan de alimentar entre la población el miedo a
la enfermedad, a la vejez y a la muerte. De hecho, la obsesión por
vivir más o, simplemente, por sobrevivir ha hecho prosperar incluso el
tráfico internacional de órganos, sangre y embriones humanos. Y en
muchas clínicas de fertilización en realidad se ´fabrican´ multitud de
embriones que luego se almacenan para ser utilizados en cosmética, en
tratamientos rejuvenecedores, etc. Eso sin contar con que se irradian
los alimentos, se modifican los genes, el agua está contaminada, el aire
envenenado… Es más, los niños reciben absurdamente hasta 35 vacunas
antes de ir a la escuela. Y así, cada miembro de la familia tiene ya su
pastillita: el padre, la Viagra; la madre, el Prozac; el niño, el
Ritalin. Y todo esto, ¿para qué? Porque el resultado es conocido: los
costes sanitarios suben y suben pero la gente sigue enfermando y
muriendo igual.
. LAS AUTORIDADES MIENTEN
Lo
que usted explica del sistema sanitario imperante es una realidad que
cada vez más gente empieza a conocer pero nos han sorprendido algunas de
sus afirmaciones respecto a lo que define como ´las tres grandes
mentiras de las autoridades políticas y sanitarias´
Pues lo reitero: las
autoridades mienten cuando dicen que las vacunas nos protegen, mienten
cuando dicen que el sida es contagioso y mienten cuando dicen que el
cáncer es un misterio.
.
-Bien, hablemos de ello aunque ya le adelanto que en la revista no compartimos algunos de sus puntos de vista. Si le parece, podemos empezar hablando de las vacunas. A nuestro juicio, afirmar que ninguna vacuna es útil no se sostiene. Otra cosa, que sí compartimos, es que algunas son ineficaces y otras inútiles; a veces, hasta peligrosas
-Bien, hablemos de ello aunque ya le adelanto que en la revista no compartimos algunos de sus puntos de vista. Si le parece, podemos empezar hablando de las vacunas. A nuestro juicio, afirmar que ninguna vacuna es útil no se sostiene. Otra cosa, que sí compartimos, es que algunas son ineficaces y otras inútiles; a veces, hasta peligrosas
Pues
yo mantengo todas mis afirmaciones. La única inmunidad auténtica es la
natural y ésa la desarrolla el 90% de la población antes de los 15 años.
Es más, las vacunas artificiales cortocircuitan por completo el
desarrollo de las primeras defensas del organismo. Y que las vacunas
tienen riesgos es algo muy evidente; a pesar de lo cual se oculta. Por
ejemplo, una vacuna puede provocar la misma enfermedad para la que se
pone. ¿Por qué no se advierte? También se oculta que la persona vacunada
puede transmitir la enfermedad aunque no esté enferma. Asimismo, no se
dice que la vacuna puede sensibilizar a la persona frente a la
enfermedad. Aunque lo más grave es que se oculte la inutilidad
constatada de ciertas vacunas.
-¿A cuáles se refiere?
A
las de enfermedades como la tuberculosis y el tétanos, vacunas que no
confieren ninguna inmunidad; la rubéola, de la que el 90% de las mujeres
están protegidas de modo natural; la difteria, que durante las mayores
epidemias sólo alcanzaba al 7% de los niños a pesar de lo cual hoy se
vacuna a todos; la gripe y la hepatitis B, cuyos virus se hacen
rápidamente resistentes a los anticuerpos de las vacunas.
-¿Y hasta qué punto pueden ser también peligrosas?
Las
innumerables complicaciones que causan las vacunas -desde trastornos
menores hasta la muerte- están suficientemente documentadas; por
ejemplo, la muerte súbita del lactante. Por eso hay ya numerosas
protestas de especialistas en la materia y son miles las demandas
judiciales que se han interpuesto contra los fabricantes. Por otra
parte, cuando se examinan las consecuencias de los programas de
vacunaciones masivas se extraen conclusiones esclarecedoras.
-Le agradecería que mencionara algunas
Mire,
en primer lugar las vacunas son caras y le suponen a los estados un
gasto de miles de millones de dólares al año. Por tanto, el único
beneficio evidente y seguro de las vacunas… es el que obtiene la
industria. Además, la vacunación estimula el sistema inmune pero,
repetida la vacunación, el sistema se agota. Por tanto, la vacuna
repetida puede hacer, por ejemplo, estallar el ´sida silencioso´ y
garantizar un ´mercado de la enfermedad´ perpetuamente floreciente. Más
datos: la vacunación incita a la dependencia médica y refuerza la
creencia de que nuestro sistema inmune es ineficaz. Aunque lo más
horrible es que la vacunación facilita los genocidios selectivos pues
permite liquidar a personas de cierta raza, de cierto grupo, de cierta
región… Sirve como experimentación para probar nuevos productos sobre un
amplio muestrario de la población y es un arma biológica potentísima al
servicio de la guerra biológica porque permite intervenir en el
patrimonio genético hereditario de quien se quiera.
-Bueno,
es evidente que hay muchas cosas de las que se puede hacer un buen o
mal uso pero eso depende de la voluntad e intención de quien las
utiliza. Bien, hablemos si le parece de la segunda ´gran mentira´ de las
autoridades: usted afirma que el Sida no es contagioso. Y perdone, pero
así como el resto de sus afirmaciones en este ámbito nos han parecido
razonadas y razonables, no hemos visto que argumente esa afirmación
Yo
afirmo que la teoría de que el único causante del sida es el VIH o
Virus de la Inmunodeficiencia Adquirida es falsa. Ésa es la gran
mentira. La verdad es que tener el VIH no implica necesariamente
desarrollar sida. Porque el sida no es sino una etiqueta que se ´coloca´
a un estado de salud al que dan lugar numerosas patologías cuando el
sistema inmune está bajo. Y niego que tener sida equivalga a muerte
segura. Pero, claro, esa verdad no interesa. Las autoridades nos imponen
a la fuerza la idea de que el Sida es una enfermedad causada por un
solo virus a pesar de que el propio Luc Montagnier, del Instituto
Pasteur, co-descubridor oficial del VIH en 1983, reconoció ya en 1990
que el VIH no es suficiente por sí solo para causar el sida. Otra
evidencia es el hecho de que hay numerosos casos de sida sin virus VIH y
numerosos casos de virus VIH sin sida (seropositivos). Por otro lado,
aún no se ha conseguido demostrar que el virus VIH cause el sida, lo
cual es una regla científica elemental para establecer una relación
causa-efecto entre dos factores. Lo que sí se sabe, sin embargo, es que
el VIH es un retrovirus inofensivo que sólo se activa cuando el sistema
inmune está debilitado.
-Por cierto, usted afirma en su libro que el VIH fue creado artificialmente en un laboratorio
Sí.
Investigaciones de eminentes médicos indican que el VIH fue creado
mientras se hacían ensayos de vacunación contra la hepatitis B en grupos
de homosexuales. Y todo indica que el continente africano fue
contaminado del mismo modo durante campañas de vacunación contra la
viruela. Claro que otros investigadores van más lejos aún y afirman que
el virus del sida fue cultivado como arma biológica y después
deliberadamente propagado mediante la vacunación de grupos de población
que se querían exterminar.
-También observamos que ataca duramente la utilización del AZT para tratar el sida
Ya
en el Congreso sobre SIDA celebrado en Copenhague en mayo de 1992 los
´supervivientes del sida´ afirmaron que la solución entonces propuesta
por la medicina científica para combatir el VIH, el AZT, era
absolutamente ineficaz. Hoy eso está fuera de toda duda. Pues bien, yo
afirmo que se puede sobrevivir al sida… pero no al AZT. Este medicamento
es más mortal que el sida. El simple sentido común permite entender que
no es con fármacos inmunodepresores como se refuerza el sistema
inmunitario. Mire, el sida se ha convertido en otro gran negocio. Por
tanto, se promociona ampliamente combatirlo porque ello da mucho dinero a
la industria farmacéutica. Es así de simple.
-Hablemos de la ´tercera gran mentira´ de las autoridades: la de que el cáncer es un misterio
El
llamado cáncer, es decir, la masiva proliferación anómala de células,
es algo tan habitual que todos lo padecemos varias veces a lo largo de
nuestra vida. Sólo que cuando eso sucede el sistema inmunitario actúa y
destruye las células cancerígenas. El problema surge cuando nuestro
sistema inmunitario está débil y no puede eliminarlas. Entonces el
conjunto de células cancerosas acaba creciendo y formando un tumor.
-Y es en ese momento cuando se entra en el engranaje del ´sistema de enfermedad´
Así
es. Porque cuando se descubre un tumor se le ofrece de inmediato al
paciente, con el pretexto de ayudarle, que elija entre estas tres
posibilidades o ´formas de tortura´: amputarle (cirugía), quemarle
(radioterapia) o envenenarle (quimioterapia). Ocultándosele que hay
remedios alternativos eficaces, inocuos y baratos. Y después de cuatro
décadas de ´lucha intensiva´ contra el cáncer, ¿cuál es la situación en
los propios países industrializados? Que la tasa de mortalidad por
cáncer ha aumentado. Ese simple hecho pone en evidencia el fracaso de su
prevención y de su tratamiento. Se han despilfarrado miles de millones
de euros y tanto el número de enfermos como de muertos sigue creciendo.
Hoy sabemos a quién beneficia esta situación. Como sabemos quién la ha
creado y quién la sostiene. En el caso de la guerra todos sabemos que
ésta beneficia sobre todo a los fabricantes y traficantes de armas.
Bueno, pues en medicina quienes se benefician son los fabricantes y
traficantes del ´armamento contra el cáncer´; es decir, quienes están
detrás de la quimioterapia, la radioterapia, la cirugía y toda la
industria hospitalaria.
LA MAFIA, UNA NECESIDAD EVOLUTIVA
-Sin
embargo, a pesar de todo, usted mantiene que la mafia médica es una
necesidad evolutiva de la humanidad. ¿Qué quiere decir con esa
afirmación?
Verá,
piense en un pez cómodamente instalado en su pecera. Mientras tiene
agua y comida todo está bien pero si le empieza a faltar el alimento y
el nivel del agua desciende peligrosamente el pez decidirá saltar fuera
de la pecera buscando una forma de salvarse. Bueno, pues yo entiendo que
la mafia médica nos puede empujar a dar ese salto individualmente. Eso
sí, habrá mucha gente que preferirá morir a saltar.
-Pero para dar ese salto es preciso un nivel de conciencia determinad: Sí.
Y yo creo que se está elevando mucho y muy rápidamente. La información
que antes se ocultaba ahora es pública: que la medicina mata personas,
que los medicamentos nos envenenan, etc. Además, el médico alemán Ryke
Geerd Hamer ha demostrado que todas las enfermedades son psicosomáticas y
las medicinas no agresivas ganan popularidad. La mafia médica se
desplomará como un castillo de naipes cuando un 5% de la población
pierda su confianza en ella. Basta que ese porcentaje de la población
mundial sea consciente de su propia divinidad. Entonces decidirá escapar
de la esclavitud a la que le tiene sometida la mafia y el sistema
actual se derrumbará. Tan sencillo como eso.
-¿Y en qué punto cree que estamos?: Pues
no sabría cuantificarlo pero pienso que probablemente en menos de 5
años todo el mundo se dará cuenta ya de que cuando va al médico va a un
especialista de la enfermedad y no a un especialista de la salud. Dejar a
un lado la llamada ´medicina científica´ y la seguridad que propone
para ir a un terapeuta es ya un paso importante. También lo es perder el
respeto y la obediencia ciega al médico. El gran paso es decir no a la
autoridad exterior y decir sí a nuestra autoridad interior.
-¿Y qué es lo que nos impide romper con la autoridad exterior?: El
miedo. Tenemos miedo a no acudir al médico. Pero es el miedo, por sí
mismo, quien nos puede enfermar y matar. Nos morimos de miedo. Se nos
olvida que la naturaleza humana es divina, es decir, concebida para
comportarnos como dioses. ¿Y desde cuándo los dioses tienen miedo? Cada
vez que nos comportamos de manera diferente a la de un dios nos ponemos
enfermos. Esa es la realidad.
-¿Y qué cree que pueden hacer los medios de comunicación para contribuir a la elevación de la conciencia en esta materia?: Informar
sin intentar convencer. Decir lo que sabéis y dejar a la gente hacer lo
que quiera con la información. Porque intentar convencerles sería
imponer otra verdad y de nuevo estaríamos en otra guerra. Se necesita
sólo dar referencias. Basta decir las cosas. Luego, la gente las
escuchará si resuenan en ellos. Y si su miedo es mayor que su amor por
sí mismos dirán: ´Eso es imposible´. En cambio, si tienen abierto el
corazón, escucharán y se cuestionarán sus convicciones. Es entonces, en
ese momento, cuando quieran más, cuando se les puede dar más
información.
Estoy griposo, ¿qué me receta?
–Nada.
¿Ni un poquito de Frenadol?
-¿Para qué? ¿Para tapar síntomas? No. ¡Atienda a sus síntomas, escúchese! Y su alma le dará la receta.
Pero, ¿me meto en la cama o no?
–Pregúnteselo usted mismo, y haga lo que crea que le conviene más. ¡Crea en usted!
¡A los virus les da igual lo que yo crea!
–Ah,
ya veo: elige usted el papel de víctima. Su actitud es: “He pillado una
gripe. Soy víctima de un virus. ¡Necesito medicinas!”.
Pues sí, como todos…
–Pues
allá usted… Mi actitud sería: “Me he regalado una gripe. ¡Soy la única
responsable! Debo cuidarme un poco”. Y me metería en cama, reposaría, me
relajaría, meditaría en cómo me he maltratado últimamente…
¿Se ha “regalado” una gripe, dice?
–¡Sí! Tu enfermedad viene de ti, no viene de fuera. La enfermedad es un regalo que tú te haces para encontrarte contigo mismo.
Pero nadie desea una enfermedad…
–Tu
enfermedad refleja una desarmonía interior, en tu alma. Tu enfermedad
es tu aliada, te señala que mires en tu alma, a ver qué te sucede. ¡Dale
las gracias: te brinda la ocasión de hacer las paces contigo mismo!
Quizá sea más práctica una pastillita…
–¿Hacer la guerra a la enfermedad? Eso propone la medicina actual, y las guerras matan, traen siempre muertes.
No me dirá ahora que la medicina mata…
–¡Un
tercio de las personas hospitalizadas lo son por efectos
medicamentosos! En Estados Unidos, 700.000 personas mueren al año a
causa de efectos secundarios de medicamentos y de tratamientos
hospitalarios.
Morirían igual sin medicamentos, oiga.
–No.
No si cambiamos el enfoque: la medicina actual ha olvidado la salud,
¡es una medicina de enfermedad y de muerte! No es una medicina de salud y
de vida.
¿Medicina de enfermedad? Acláremelo…
–En
la antigua China, un acupuntor era despedido si su paciente enfermaba. O
sea, ¡el médico cuidaba de la salud! ¿Ve? Toda nuestra medicina es,
pues, el fracaso total.
Prefiere medicinas alternativas, pues…
–Respetan
más el organismo que la medicina industrial, desde luego: homeopatía
(¡será la medicina del siglo XXI!) acupuntura, fitoterapia,
reflexoterapia, masoterapia… la práctica del yoga… la meditación… Son
más baratas… y menos peligrosas.
Pero no te salvan de un cáncer.
–¡Dígale eso a la medicina convencional! ¿Te salva ella de un cáncer?
Puede hacerlo, sí.
–Lo que hará seguro es envenenarte con cócteles químicos, quemarte con radiaciones, mutilarte con extirpaciones…
¡Y,
encima, cada día aparecen más cánceres! ¿Por qué? Porque la gente vive
olvidando su alma (que es divina): la paz de tu alma será tu salud,
porque tu cuerpo es el reflejo material de tu alma. Si te reencuentras
con tu alma, si la pacificas…, ¡no habrá cáncer!
Palabras bonitas, pero si un hijo suyo tuviese un cáncer, ¿qué haría usted?
–Alimentaría
su fe en sí mismo: eso fortalece el sistema inmunitario, lo que aleja
al cáncer. ¡El miedo es el peor enemigo! El miedo mina tus autodefensas.
¡Nada de miedo, nada de sumisión al cáncer! Tranquilidad, convicción,
delicadeza, terapias suaves…
Perdone, pero lo más sensato es acudir a un oncólogo, a un médico especialista.
–La medicina convencional debiera ser sólo un último recurso, y muy extremo… Y si tu alma está en paz, eso jamás te hará falta.
Bien, pues tengamos el alma pacificada… pero, por si acaso, pongámonos vacunas.
–¡No!
Las fabrican con células ováricas de hámster cancerizadas para
multiplicarlas y cultivarlas en un suero de ternera estabilizado con
aluminio (eso la de la hepatitis B, con su virus): ¿inyectaría usted eso
a sus hijos?
Les he hecho inyectar ya varias…
–Y yo a los míos: fui médico, y por entonces no sabía aún todo lo que hoy sé… ¡Pero hoy mis hijos no vacunan ya a sus hijos!
Yo creo que seguiré vacunándolos…
–¿Por
qué? La medicina actual mata moscas a martillazos: no siempre muere la
mosca, pero siempre rompe la mesa de cristal. Son tantos los dañinos
efectos secundarios…
¿Por qué abominó usted de la medicina?
–Yo
me hice médico para ayudar. Me dediqué a la flebología, a las varices.
Llegué a tener varias clínicas. Pero fui dándome cuenta del poder
mafioso de la industria médica, que atenta contra nuestra salud, ¡que
vive a costa de que estemos enfermos! Lo denuncié… y me echaron del
Colegio de Médicos.
O sea, ya no puede usted recetar…
–¡Mejor!
Los medicamentos están fabricados pensando en la lógica industrial del
máximo beneficio económico, y no pensando en nuestra salud. Al revés: si
estamos enfermos, ¡la mafia médica sigue ganando dinero!
¿Y a quiénes tilda de “mafia médica”?
–A
la Organización Mundial de la Salud (OMS), a las multinacionales
farmacéuticas que la financian, a los gobiernos obedientes, a hospitales
y a médicos (muchos por ignorancia)… ¿Y qué hay detrás? ¡El dinero!
No escoge usted enemigos pequeños…
–Lo sé, pero si me hubiera callado, hubiese enfermado y hoy estaría ya muerta.
¿Cuál ha sido su última enfermedad?
–Hace dos días, ja, ja… ¡una diarrea!
Vaya: ¿qué reflejaba eso de su alma?
–Oh, no sé, no lo he analizado… Me he limitado a no comer… ¡y ya me siento bien!
¿Ve solución a esta situación?
Sí,
y es que la debe haber, si no iremos descomunalmente mal. La solución
que yo propongo en el libro es la soberanía individual. Es tomar
conciencia como persona individual de que soy yo la que tiene el
verdadero poder. Por ejemplo, si la gente dejara de ir a los McDonald's,
sencillamente esta empresa se debilitaría y empezaría a declinar. Por
muy poderosa que sea un multinacional, pasará a valer nada si la gente
dejara de utilizar sus servicios, de comprar allí y de llevarles dinero.
Si los enfermos dejan de visitar por rutina o por dolencia a los
médicos tradicionales, se empezaría a derrumbar el sistema médico.
Entonces
¿dónde está el verdadero poder?, en la persona y su soberanía.
Soberanía significa el poder último, el más alto, que siempre hemos
pensado que estaba fuera; y resulta que está dentro de nosotros.
Laura Jimeno Muñoz
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