Richard
Gerver, considerado una de las personas más influyentes en el ámbito
educativo, explica cómo deben ser las escuelas del futuro
José Ramón Ladra
El
británico Richard Gerver es profesor y está considerado uno de los
líderes educativos más innovadores e inspiradores de nuestro tiempo. Su
mayor logro fue convertir la Grange Primary School, uno
de los peores centros de Gran Bretaña, en uno de los colegios más
innovadores del mundo, lo que le ha hecho merecedor de grandes
reconocimientos. Fue asesor de política educativa del Gobierno británico
de Tony Blair y Premio Nacional de Enseñanza en el Reino Unido. El
autor del libro «Crear hoy la escuela del mañana»,
entre otros, recibió a ABC momentos antes de impartir su conferencia «El
reto de educar en el siglo XXI. Nuevas necesidades. Nuevas formas» en
los Encuentros Savia, organizados por la Fundación SM.
— ¿Qué requisitos debe reunir una gran escuela?
—Si las escuelas tienen pasión y confianza por
lo que hacen, pueden desarrollar el sistema que más se ajuste a sus
necesidades. No hay un único método. Aunque compartan algunas
características, cada país es único y diferente y debe encontrar lo que
funciona para él. Lo que ya no funciona es el sistema educativo que
entrena para aprobar exámenes.
— ¿Cuáles son las capacidades que tendrán que desarrollar los niños para el futuro?
—No se trata solo de adquirir conocimientos. Es absolutamente necesario que aprendan a resolver problemas, a pensar por sí mismos, a colaborar, a trabajar en equipo, a saber adaptarse a los cambios de forma permanente. Y, sobre todo, a no sentarse a escuchar, sino a seguir aprendiendo conceptos por su cuenta. Las capacidades más importantes que un joven puede tener son las habilidades personales.
El papel del profesor
— ¿Qué papel desempeñará de ahora en adelante el profesor en las aulas?
—Los
maestros son, a mi juicio, una de las figuras más importantes de la
sociedad. Necesitamos a los mejores. Si no hay educación, no hay futuro.
Pero si los profesores quieren respeto, y obtener reconocimiento
(social y salarial), tendrán que actuar como profesionales que
son. Tendrán que demostrar su coraje. No vamos a ningún lado si solo
nos quejamos, tenemos que actuar. Empezar el cambio por nosotros mismos.
—Algunos
profesores deseosos de realizar un cambio aseguran tener más miedo a
los inspectores del Ministerio de Educación que al director o al alumno
conflictivo.
—En Inglaterra también existe la figura del inspector en el aula. Pero un profesor que crea que trabaja para el inspector, y no para enseñar al alumno, no es un buen docente.
—Usted es muy crítico con los exámenes, pero de alguna forma hay que medir los conocimientos del alumno.
«Los exámenes son una manera muy vaya de medir el conocimiento»
—Los
exámenes son una manera muy vaga de medir el conocimiento. Es mucho más
complicado. Se puede conocer cuánto saben mediante una conversación con
ellos, viendo la forma en la que trabajan, observando cómo producen...
— ¿Qué le parecen los deberes?
—Mi
pregunta es... ¿para qué existen los deberes? Nadie me sabe responder
con certeza. Si los niños quieren investigar, o jugar... que lo hagan.
Son niños, aprenderán de cualquier manera, pero no sentados en una mesa
en su cuarto.
El sistema español
— ¿Cree que el informe PISA es un buen método para evaluar el sistema educativo de cada país?
«PISA ha hecho más daño a la educación que ninguna otra cosa»
—PISA es un suicidio, que ha hecho más daño a la educación que ninguna otra cosa. Sus resultados, además, están falseados. En
algunos países, como China, ahora a la cabeza del ranking mundial, los
niños con necesidades especiales no acudieron al colegio el día que se
realizaron estos exámenes. En Shanghái, las autoridades tienen derecho
de veto sobre determinadas preguntas. Y Finlandia, en cambio, ahora está
en la posición duodécima. ¿Por qué? Porque preparan al niño de una
forma integral, no para aprobar exámenes.
— ¿Qué percepción tiene del sistema educativo español?
—Está
caduco. De hecho, está anclado en la era industrial. No es efectivo
para el mundo de hoy, donde se necesitan empleados creativos y capaces
de pensar por ellos mismos. El sistema español, donde solo se enseña y
se controla, no tiene sentido.
— ¿Por dónde deberíamos empezar a cambiar?
—Deberían
empezar por tener una visión clara del tipo de profesionales jóvenes
que les gustaría tener en el futuro. La realidad es que lo que se ve son
políticos que anteponen sus intereses por delante de la educación.
Piensan que hay que crear el modelo educativo, que luego vendrán los
profesionales, cuando el planteamiento es al revés.
— ¿Está la clave en un Pacto de Estado por la Educación?
—Hay
que poner la educación por encima de la política, aunque cambien los
políticos cada cuatro años. Finlandia ha tenido éxito en su modelo
educativo gracias a que consiguió separar educación y política. Y
funcionó.
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